lunes, 18 de abril de 2016


LA RESILIENCIA 

La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, aprender de ellas, superarlas e incluso, ser trasformados por estas. ¿Pero podemos ser todos resilientes?, ¿necesitamos de unas características genéticas?, ¿necesitamos ser intrínsecamente especiales?. Los estudios realizados hasta el momento actual, demuestran que “NO”. No tenemos que poseer cualidades especiales.


Todos podemos ser resilientes si verdaderamente nos lo proponemos, si realmente queremos cambiar nuestra vida, si tenemos ganas de luchar. El reto está en encontrar la manera de promoverla, tanto a nivel individual, como familiar, o social.





EL CAMINO A LA RESILIENCIA 

Desarrollar resiliencia es una senda personal y para guiar a sus hijos en este recorrido debe hacer uso del conocimiento que tiene de ellos. Una estrategia para desarrollar resiliencia que funciona para usted o su hijo puede no funcionar para otra persona. Si parece que su hijo está estancado o abrumado y no puede seguir los consejos que se detallan anteriormente, considere la posibilidad de hablar con alguien que pueda ayudarlo, como un psicólogo u otro profesional de la salud mental. Buscar apoyo o guía puede ayudar a que su hijo fortalezca su resiliencia y persevere en momentos de estrés o trauma. La información contenida en este folleto no debe usarse como una sustitución de una consulta con un profesional de salud o salud mental. Las personas que creen que pueden necesitar o beneficiarse de atención profesional deben consultar a un psicólogo u otro profesional autorizado de salud o salud mental.





LA RESILIENCIA EN LA ESCUELA PRIMARIA 

Los niños pueden comenzar en la escuela primaria a toparse con grupitos exclusivos y tomaduras de pelo que pueden ocurrir a medida que ellos empiezan a establecer el "orden social" de sus escuelas. Cuando comienzan a estudiar temas acerca del mundo fuera de su hogar, buscan a sus maestros y a sus padres para sentirse seguros y para que los ayuden a entender.
Asegúrese de que su hijo tenga un lugar donde se sienta seguro, ya sea su casa o su escuela (idealmente, deberían sentirse seguros en ambos lugares).
Hable con sus hijos. Cuando le hagan preguntas, respóndalas de manera franca pero simple y usando palabras tranquilizadoras precisas que no den lugar a dudas, como "Siempre te voy a cuidar". No pase por alto sus miedos cuando se los planteen.

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Cuando existe una situación fuera del hogar que resulta atemorizante, limite la cantidad de noticias que sus hijos ven o escuchan. No es necesario esconder a los niños de lo que sucede en el mundo, pero tampoco deben estar expuestos a relatos constantes que empeoren sus temores.
Tenga en cuenta que el estrés adicional puede agudizar las tensiones cotidianas. Sus hijos normalmente pueden ser capaces de manejar un examen aplazado o una burla, pero sea comprensivo al hecho de que pueden reaccionar con enojo o mala conducta al estrés que por lo general no los afectaría. Hay que tranquilizarlos diciéndoles que sólo espera que hagan el mejor esfuerzo posible.



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